miércoles, 3 de agosto de 2011
Un miércoles de frió que congela la sangre. sin estufas toda la mañana, un ambiente hostil y amargado se respiraba en el colegio. Tuve mucho tiempo para pensar, refleccionar, sentirme cerca mio, conectarme conmigo misma; en la parada del micro, una vez al solcito de la tarde, que no calentaba mucho pero resultaba placentero a comparación del gélido viento que me rozaba la cara bajo la sombra de ese árbol, con los auriculares puestos la música a todo volumen y todas las ganas de llegar a mi casa, espere el micro intentando no morir congelada; en cuanto lo vi llegar, extendí mi mano para que el chofer comprendiera que tenia que parar, me subí y con una sonrisa un poco forzada salude al hombre que conducía aquel transporte publico, pague mi boleto y me senté en el primer asiento disponible que encontré. no pude aguantar mas y me largué a llorar.
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