jueves, 15 de marzo de 2012


Llegar a la escuela con la ropa llena de fernet, saltar aunque no te den más las piernas, gritar aunque la garganta ya no te sirva, subir a una enana a tus hombros aunque sepas que van al piso las dos (y finalmente no ir al piso) entrar al salón de actos cantando, putear a la directora porque no nos entiende, pasar al aula sentarse atrás de todo con la intención de dormir, que te compañera de banco solloce deprimida por no haberse puesto en pedo, que los muchachos de adelante no paren de decir que quieren ser show barman, que te duelan partes del cuerpo que no concias, no poder hablar porque la garganta parece una lija, que cada puto nuevo profesor te pregunte que mierda queres estudiar después de egresar, en los recreos comenzar a recordar la noche en donde cometiste varias cosas que no debieron haber pasado, tratar de animar a tu amigo que está deprimido, mandarte mensajes con tus compañeros de clases porque no podes gritarles para que te escuchen, que te digan que van a usar un forro con sabor a coca con vos, no poder dejar de hablar pelotudeces, finalmente, retirarte del recinto estudiantil con ganas de matar a medio mundo pero sabiendo que se día no lo cambias por nada.
Ese fue mí último primer día de clases. Gracias liceo, Gracias CIII

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